domingo, marzo 21

Un paisaje

Un paisaje olvidado, disminuído por el tráfico y la pobre efervescencia de los peatones, que un poco ajenos a su entorno caminan llevando consigo el peso de la costumbre y la rutina. El color de la ausencia. Un paisaje de líneas amarillas continuándose entre baldosas y avenidas, entre semáforos y puertas, entre concurridas plazas y viejos carteles y extrañas corbatas y modestos cordones.
El sol está como presenciándolo todo pero sin participar de la escenografía, sirviendo tan sólo como un buen contraste para tanto cartón y tanta lata vacía.
Las horas parecen no pasar. Van quedando. Se van apretando en cada corazón y en cada rostro. No están de paso, dejan su marca visible donde sea. En el asiento de un ómnibus, en la puerta de un baño, en la cara de un niño, de un viejo, en las hojas de un árbol, en las manos de un hombre.
Cúmulo de tiempo desparramado. Ciudad.

1 comentario:

Luthier dijo...

Me gustó mucho la idea del cúmulo, y no me gusta la ciudad. y me encantó el poema-ciudad!