lunes, abril 12

Fijate. No, pero fijate ahí. Donde empieza la parte azul y deja de ser celeste. ¿Ves? ¿Ves como un circulito pequeño y blancuzco? A veces lo miro largo rato, sin saber exactamente en qué estoy pensando. Hoy me recordó un poco a la abuela. La abuela sí, con sus pañuelos arrugaditos alrededor del cuello. Su piel estaba tan, pero tan vulnerable que aquella vez el raspón demoró en curarse cerca de dos semanas. No es nada, me decía, y me mostraba sin darse cuenta aquella lastimadura rodeada de sangre. La abuela de ojos negros, qué cosa, y yo me la vengo a encontrar así, mirándome en este espejo. Abuela. Acá estabas.