sábado, julio 18
Nada, no ocurrirá nada, no saldremos del mismo círculo vacío y neutro, retocado, pero vacío y neutro, de igual forma en que lo es una sala de espera: nadie se anima a correr los ojos de las paredes blancas y los revisteros inútiles, los pies se nos atan, se nos atan las manos y las espaldas a los asientos y a las baldosas y a ese espacio que parece que alguien recortó con una tijera y pegó con delicadeza como parte de un colage. Sentados esperando qué, esperando la espera, viendo cómo nada al final de lo que hacemos tiene la relevancia que siempre o que a veces, porque por ejemplo ese cuadro allí colgado y qué importa un azul en lugar de un blanco, qué importa, si en este lugar sólo hay que estar, alcanza con que uno se cruce de piernas, y además alguien puso esas cortinas con la intención de que no nos moleste ni el sol, ni el viento, ni las nubes, porque nada, no ocurrirá nada.
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